En la actualidad, en que la globalización económica y el libre mercado rigen los destinos de nuestro país, y las políticas orientadas al afianzamiento de nuestra identidad son casi nulas, no es muy difícil imaginar cuál será futuro de nuestros pueblos en cuanto a sus manifestaciones culturales se refiere. Con un sistema educativo, diseñado, no en base a la realidad de cada lugar sino a la predisposición del ser humano para convertirlo en una pieza más de la maquinaria capitalista y así, generar riqueza para los acreedores del Estado. Precisamente es esa la manera cómo se produce la transculturización sobre nuestros pueblos. Se impone nuevos estilos de vida, nuevas formas de hablar, de vestir y hasta de expresarse, entonces se empieza a desplazar lentamente lo oriundo y propio de cada lugar. Es ahí donde el ser humano se desarraiga de su propia cultura. Pero a diferencia de los pueblos de antigüedad, en donde la transculturación era producto de invasiones, y guerras, para luego obligarlos a acatar los nuevos cánones de convivencia impuestas por el vencedor, hoy no se recurre a estos métodos, sino que, a través de la educación, se va implantando tipos de conducta nuevos, haciéndonos creer que los nuestros son dignos de subestimación solamente, sembrando ese complejo de inferioridad. Es decir Nos enseñan a odiar nuestras raíces, nos enseñan a avergonzarnos de nuestra cultura, de nuestro modo de vestir, de nuestra forma de hablar y todo aquello que represente una amenaza para sus mezquinos intereses. Si bien es cierto la raíz de todo esto, está en el sistema económico capitalista en que vivimos, debemos admitir dolorosamente que el instrumento de este modelo, son nuestros educadores. Porque es a través de ellos que se transmiten todos los mecanismos de enseñanza y por consiguiente terminan formando parte de esta desnaturalizada forma de alienar la conciencia de nuestra gente. ¿Serán conscientes de ello nuestros maestros?
Se habrán dado cuenta que cuando alguno de sus alumnos, se apresta a utilizar su propio lenguaje, por ejemplo, con términos oriundos y propios del lugar, el maestro presuroso se dispone a “corregirlo”
sin tomar en cuenta que lo único que está logrando es, crear un complejo de inferioridad en el educando, coadyuvando así a la extinción de esa manifestación cultural que debería respetarse, porque estas formas de hablar, propias de un determinado lugar constituyen una variación del idioma, denominado Dialecto.? No es acaso esa la forma de contribuir a la desaparición de nuestra propia cultura? Seguiremos siendo testigos de este arrebato de nuestra identidad? O por el contrario, nos convertiremos en lo que fueron Los vascos, frente a la invasión de los bárbaros, o tal vez como los indómitos mapuches frente a los españoles. Es hora de que los cutervinos hagamos prevalecer nuestras expresiones auténticas sin llegar al extremo del chauvinismo, sino con el fin de alcanzar una auténtica personalidad.¿o nos seguirán negando la identidad a la cual tenemos derecho?.